Todo
Nada, sin un instante de piel, aquélla que elevas de perfume mil cabellos entre dedos temblorosos. Nada, sin la eternidad del suspiro aquél que anticipa un ávido beso, entre miradas encontradas. No hay nada, sin el descanso de tu voz en mis labios, aquéllos que de luz colman mis ojos, entre desnudos exaltados.